Grecia era uno de los países más pobres de Europa; y sigue siéndolo, aunque su pobreza se oculte bajo los índices macroeconómicos, aparentemente benignos. La economía es más pujante, pero muy pocos sienten los favores de la pujanza. La brecha entre ricos y pobres se ha vuelto demasiado amplia. Con la integración del país a la Unión Europea, los políticos han presionado a los ciudadanos para que consientan la privatización de los servicios públicos (la educación entre éstos) y la adopción de medidas de “flexibilidad laboral” (un eufemismo cuyo verdadero significado es la desmejora de la situación del trabajador). Además, como sucede siempre en épocas de “ajuste”, no han faltado manos que rebusquen en el río revuelto para ver qué pueden pescar; la corrupción salpica tanto a quienes ocupan hoy el poder como a sus opositores de derecha y de izquierda, ha dado lugar a escándalos muy sonados y la población desconfía de todos los partidos políticos. Y mientras la riqueza se ha ido concentrando en las arcas de los poderosos, los jóvenes, para sobrevivir, tienen que aceptar las precarias condiciones de trabajo que el capital les ofrece. La tasa de desempleo juvenil es la más alta de la Unión Europea, 23%. El 20% de los jóvenes griegos vive por debajo de la línea de pobreza.
La noche del sábado 6 de diciembre, enmedio de una marcha juvenil en el centro de Atenas, el policía Epaminondas Korkoneas disparó contra uno de los manifestantes, un adolescente de 15 años simpatizante del anarquismo llamado Alexandros Grigoropoulos. La muerte de Alexis liberó la furia que el pueblo había estado acumulando y reprimiendo. Las protestas se intensificaron durante diciembre. El Fondo Monetario Internacional está reconociendo que la oleada de revueltas anticapitalistas se expandirá fuera de Grecia si la pésima distribución de la riqueza mundial no es corregida.
La Federación Griega de Estudiantes de Enseñanza Superior puso a circular entre los asistentes al funeral de Alexis una carta escrita por amigos del muchacho. Algunos medios de comunicación de otros países la han reproducido; en México lo hizo sólo la edición de Puebla de Milenio, pero su versión se oye poco natural, demasiado “españolizada”. Yo no domino ningún idioma, ni siquiera el mío, pero como pude traduje la carta a partir de la versión en inglés que hay en el sitio de Michael Lavalette, concejal socialista de Preston, Inglaterra. Consulté otras versiones ligeramente distintas que hallé en otros sitios y la versión en francés que hay en el blog de Fabienne Dounas, quien llevó la carta a su idioma directamente desde el griego. Conocidos-desconocidos (γνωστοί-άγνωστοι, “gnostoi-agnostoi”) es una expresión utilizada por los mass media de Grecia para definir a las personas que han respondido a la represión policial con una violencia injustificada que ha vuelto antipático el levantamiento juvenil a mucha gente. Los “gnostoi-agnostoi” suelen ir encapuchados. Existen antecedentes (bien lo sabemos en México desde 1968) de que los manifestantes más violentos son muchas veces agentes provocadores pagados por la policía.
El “título” (que en realidad no es tal cosa, sino más bien una explicitación, una dedicatoria) es de mi invención. Creo que así nos quedará más claro, hipócrita lector, la distancia que nos separa a ti y a mí de estos muchachos. Y sin embargo, no hace mucho tiempo tú y yo también éramos jóvenes...
* * *
A LOS ADULTOS.
QUEREMOS UN MUNDO MEJOR. AYÚDENNOS A CONSTRUIRLO.
No somos terroristas. No llevamos capucha. No nos llamen “conocidos-desconocidos”.
SOMOS HIJOS DE USTEDES.
Somos sus “conocidos-desconocidos”.
Soñamos —No asesinen ustedes nuestros sueños.
Tenemos fuerza —No paralicen nuestra fuerza.
HAGAN MEMORIA.
Un día ustedes también fueron jóvenes.
Ahora persiguen el dinero, les interesan los “aparadores”, están gordos, se han quedado calvos.
HAN OLVIDADO.
Esperábamos que nos apoyaran, esperábamos que se involucraran, que por una vez nos hicieran sentir orgullo.
PERO NO SUCEDIÓ.
Ustedes viven vidas de mentira, con la cabeza abajo, los pantalones abajo y simplemente esperan el día de la muerte.
No imaginan, no se enamoran, no crean.
Venden y compran. Eso es lo que hacen.
APEGO POR LO MATERIAL EN TODAS PARTES. AMOR EN NINGUNA. VERDAD EN NINGUNA.
¿Dónde están los padres?
¿Dónde los artistas?
¿Por qué no salen a la calle?
¿Por qué no nos protegen de las balas?
LOS ADULTOS ESTÁN MATÁNDONOS.
AYÚDENNOS. SOMOS SUS HIJOS.
LOS JÓVENES.
P. D: No nos echen más gases lacrimógenos. SABEMOS llorar solos!
3 comentarios:
Erat
Lo que sucede en Grecia es tan terrible, como interesante.
Y sobre las traducciones, pese a que España es el país donde más se generan documentos traducidos a nuestro idioma, siguen sin gustarme del todo. "Milenio" es muy dado a jalarse las notas de EFE, lo cual me choca pues pocas cosas detesto más que los gachupinismos y gilipolleces empleados -desde la palabrita "ordenador" para referirse a la computadora- en las mayoría de esos cables [sobra decir que odio el cine doblado, en especial el doblaje gachupín; simplemente me es insufrible].
Saludos
Erat,
En Grecia suceden cosas que pasan en otros países, como México. Sólo que ahí, la geografía permite que se vean más fácilmente los estragos que causa la polarización de la riqueza. Me gusta el título de Carta a los adultos. En mi caso, esa carta me la leyó la joven universitaria que se convirtió en empleada de un corporativo gringo, la que estudió leyes para cambiar cosas y terminó soportando y consintiendo abusos que de antemano sabe que están prohibidos por la ley. El texto es un retrato social, de lo que hicieron y dejaron de hacer nuestros papás en el 68 y de lo que hicimos y dejamos de hacer nosotros, los treintañeros que vivimos en un país tercermundista, donde las oportunidades son escasas y privilegidas para los que se adhieren a un sistema. Oh retrospectiva! Gracias por el ejercicio.
Ouch, hasta se me enchino el cuero, es duro hacer una introspectiva y darse cuenta que uno termina siendo lo que no quisiste ser, los ideales mutan, se transforman a nuestras necesidades, se deja de luchar contracorriente, no por flojera, ni desidia, sino llana conveniencia, cabe mencionar que México no anda para nada lejos de esa situación, ¿mejorarán las cosas algún día?, ¿vale la pena ser optimista?, quien sabe, a cada uno nos toca poner algo de nuestra parte.
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