domingo, octubre 28, 2007

Un hombre y una bestia

Por: Eratóstenes Horamarcada

Habiéndoselo propuesto o no, mi ciberamigui Marichuy me hizo reparar, con sus últimos posts, en la notable cantidad de personas notables nacidas en octubre. Es de este mes uno de los escritores que por más tiempo me ha acompañado, Oscar Wilde; otro octubreño fue llamado Arthur Rimbaud en vida, cuando con su palabra trastornada puso la poesía —y lo que entendemos por poesía— de cabeza, de pie, de culo, de costado, y jaló las vísceras lingüísticas, poéticas, fuera de su cuerpo habitual. Cuando pronunciamos el nombre del mes tendríamos que mencionar también a Friedrich Nietzsche, Alfred Nobel, Mahatma Gandhi, John Lennon, Vladimir Horowitz, el recientemente fallecido Luciano Pavarotti... sin olvidar a mi vecina Babel, ni a mi querida Mafalda, ni a la grandiosa Marichuy, desde luego... Tendríamos que conmemorar a muchos otros, pero mi cabeza se llena con el recuerdo de unos cuantos.

Quise hacer de octubre mi pretexto. Pre-texto: una coartada para emprender la escritura de un texto. Para que el blog no luzca tan abandonado, aunque eso ¿a quién le importa? Pero si quieres ser escritor tienes que escribir. Para mantenerte en forma. Escribir sí, pero ¿acerca de qué? ¿Sobre Wilde? Lo veo tan grande que no me atrevo a decir nada de él. ¿Sobre Rimbaud, quien hizo un gran silencio? ¿Quien, tan pronto aprendió a escribir, escribió para aprender a dejar de escribir? Me saldrían puras tonterías.

Prefiero hablar al margen de lo grande. Tocar una figura oscura, no una brillante, si bien mi personaje supo sobresalir entre los de su tiempo con extraña luz... Una luz cenagosa que creaba oscuridad...

Aleister Crowley. Inglés. Nació en 1875. Octubre, por supuesto. A media noche, bajo el tamborileo de las alas de los vampiros. El día 12, fecha que desde 1492 está maldita.

Fue una suerte de antropólogo
amateur, un estudioso de las religiones, del misticismo y el esoterismo antiguo y moderno. Se decía mago, vocablo que en nuestra época cuando la única superstición consentida por nuestros nuevos Papas se llama ciencia hemos degradado a sinónimo de charlatán o farsante. Crowley fue todo esto y no lo fue, y también fue más: competente alpinista, poeta de delicioso mal gusto, el mayor connoisseur que ha existido del universo de las drogas, un enamoradizo homo y heterosexual, bisexual, pansexual; una bestia sensible, un laberinto humano, un minotauro a la espera de devorar a todos sus otros yos; un vividor, si acentuamos esta palabra en una parte distinta de donde solemos hacerlo. Su vida fue una continua e incansable aventura; Crowley pudo haber dicho, con mayor veracidad que Wilde (en quien Aleister se inspiró para construir su personalidad pública escandalosa y desafiante): "Dejé mi genio más auténtico en mi vida, y en mis escritos tan sólo mi talento".

En efecto, si Wilde, momentáneamente alejado de sus intensas correrías, pasaba solitarias temporadas concentrado en la composición de comedias o narraciones, Crowley, en cambio, era de esos artistas que, mal recobrados de una juerga, o de una expedición al Himalaya, al punto reanudaba la escritura interrumpida. Tras 72 años de pisar pesadamente la tierra, legó a nuestro presente su futuro más de 80 libros. Con un volumen tan vasto, la calidad de estas páginas tenía que ser, por fuerza, desigual. Al menos en lo literario, pues no tengo credenciales para juzgar si su magia (él escribía magick, para diferenciarla del ilusionismo vulgar, magic) conlleva algo profundo o queda en mera payasada; pero ¿cómo menospreciar una cosa, la que sea, cuando un hombre consagra a ella su vida entera?

Crowley, el poeta, no es interesante. O no lo es la mayoría de las veces. Me parece un romántico tardío o, más precisamente, un pseudorromántico, que les roba a algunos contemporáneos de Lord Byron la ropa más ligera: el "malditismo", la gana de épater le bourgeois, el fingido desdén por la alta sociedad pero algo, y muy grande, le falta: le falta la carencia, valga la expresión. La formidable operación de los románticos ingleses y alemanes se gestó a lo largo de un pedregoso camino de búsqueda espiritual; sin embargo, los escritos literarios del ocultista británico no me dejan sentir el vacío o pobreza que llevó a sus modelos a buscar o a forjar una nueva lengua. Y es que Crowley creía conocer, de antemano, las respuestas a nuestras peores dudas. Por cierto, eso es lo que me impide tomar en serio a la magia: ese carácter de abusiva autosuficiencia, de hartura hueca, ignorante de sus propios agujeros. La obra de Crowley, poeta a veces, pero siempre harto y hueco, refleja dichos defectos: en su escaso afán de experimentar, en un reducirse a retomar las rimas tradicionales, los motivos típicos; un balbuceo, en fin... Aunque, leído de otra manera, pudo haber sido el balbuceo de Crowley su aportación más original a la era moderna. El destrozo psíquico sufrido por el mísero mortal que se enfrenta a la inmensidad de Lucifer, o que cede su personalidad para que el inmortal Diablo encarne en él, en el humano, en su pequeñez de criatura temporal; esta ruptura psíquica se manifiesta de forma verbal, en los poemas de Crowley, como un vagido animal, como una voz prehumana, antediluviana, no edénica pero sí prehistórica, bestial. Si la posesión diabólica del artista había venido dando lugar, por los siglos de los siglos, a creaciones intrincadas, con Aleister Crowley atestiguamos la posesión en un simple balido. Menos que un cántico, menos que una tonada: el desconcierto de las especies irracionales, la satisfacción brutal o el miedo también brutal, el aullido lejano en la montaña. Me refiero a la invocación a Pan que hace Crowley ("Io Pan!"), retomándola desde antiguos textos griegos.

Pan ("pastor" en aquel idioma) es, ustedes lo recuerdan, una deidad relacionada con la potencia sexual animal y con la fertilidad de los campos. En su carácter de santo patrono de la naturaleza salvaje, los cabreros le encomendaban sus rebaños para que no fueran lastimados por las lluvias o el mal tiempo; la palabra "pánico" ("terror pánico") designaba, de hecho, la reacción que observamos en el ganado cuando se avecina una tempestad. Pan, de temperamento juguetón e impredecible, cual corresponde a una orgullosa divinidad clásica, era particularmente temido por las poblaciones rurales de Arcadia, en el Peloponeso, donde su culto era importantísimo. Arcadia, más pobre que otras regiones de Grecia, no veneraba al toro el animal sagrado de la Grecia rica, sino al macho cabrío; y es la forma de Pan un monstruo híbrido de hombre y cabra. Dada la ambivalente fama de Pan entre los campesinos, el cristianismo victorioso adoptó al monstruo-dios para representar al Diablo.

La exclamación "Io Pan!", que para el entendimiento intelectual común no significa nada, no sólo fue recordada por Crowley, sino por otro poeta este sí grande y abismal: Ezra Pound (uno de cuyos poemas da nombre a este blog). No sé de cierto si Pound y Crowley llegaron a conocerse en persona, pero no sería nada improbable, pues Pound actuó durante un tiempo como secretario de otro autor admirable, W. B. Yeats, cofrade de Crowley en la Orden Hermética del Alba Dorada (Hermetic Order of the Golden Dawn), una de las sociedades secretas más influyentes en el esoterismo del siglo XX. ¿Han oído hablar de una cosa llamada Wicca, muy de moda entre adolescentes? Pues en buena medida proviene de la Golden Dawn.

El aullido de Crowley es bestial, y bestial significa amoral, pues no podemos dejar de tener en cuenta que el satanismo crowleyano no es el que la injusta cristiandad imaginó durante la Edad Media, con "el chamuco" como líder de una pandilla de brujas; un dios, a fin de cuentas, que se opone a otro dios. Ciertos versos de nuestro insigne pecador inglés podrían confundirnos y hacernos creer que él practicaba este satanismo de novela gótica; pero no: al invocar al Demonio, Crowley era consciente de que no existe una entidad espiritual exterior que un brujo pueda atraer con plegarias abstrusas. El Demonio de Crowley es una fuerza interna oculta, latente en no pocos seres humanos; un vigor creativo, desaprovechado por la mayoría de nosotros, y del cual nos atemoriza su semejanza con la locura, su modo de ser incontrolable, por lo que preferimos contenernos en nuestra mediocridad y nuestra cobardía cotidiana. Es Crowley el nexo entre Nietzsche (cierto Nietzsche) y el "satanismo" actual (que, a mi juicio, ni siquiera debería denominarse así) de Anton Szandor LaVey y su Iglesia de Satán.

No obstante los señalamientos opuestos al autor inglés, su literatura resultó suficientemente cautivadora para estimular a un remoto lector en Portugal, nada menos que Fernando Pessoa, a verter en su idioma el Hymn to Pan del mago. La verdad es que lo que empujó a Pessoa hacia Crowley fue, en primer término, su interés por la astrología: habiendo observado que el horóscopo que de sí presentaba Crowley en sus Confesiones contenía una ligera equivocación que desbarajustaba todo el trabajo, Pessoa, astrólogo
él mismo, se comunicó con La Bestia para, cortésmente, indicar el yerro, iniciándose así, diríamos que por gracia de los astros, una amistad "a larga distancia" entre los dos poetas.

Pessoa y Crowley se entrevistaron en septiembre de 1930, en Lisboa. Poco después, el mago desapareció. Un periodista encontró su cigarrera tirada al filo de un acantilado en Cascais, localidad costera próx
ima a la capital portuguesa. Dentro de la cigarrera había una hoja de papel con este breve texto: "No puedo vivir sin ti. La otra boca del infierno me devorará, pero no será tan calurosa como la tuya".

Boca do Inferno es el nombre del cráter rocoso en cuyo borde halló el periodista la carta.

La policía descubrió que Aleister y su amante del moment
o, Anni Jaeger, habían estado riñendo antes de la desaparición de él, y que ella había terminado por huir a su natal Alemania, abandonándolo. ¿Es que eligió morir ridículamente de amor el hombre que firmaba sus comunicados con los alias de 666 y La Bestia? ¿"El hombre más malvado del mundo", según la prensa sensacionalista de su país? Nadie ha resuelto, que yo sepa, el pequeño misterio —que intuyo más guasón que tétrico, dada la socarronería de Crowley y Pessoa, tenidos falsamente por fúnebresde lo que ocurrió durante aquellos extraños días en que el hoy reverenciado Fernando Pessoa tuvo que rendir declaración ante las autoridades por sospecharse la muerte de un excéntrico. Al parecer, la pretendida evanescencia del mago fue en realidad una fuga, un "montaje" urdido entre ambos escritores, pero ¿con qué finalidad? De cualquier modo, Aleister volvió a dejarse ver, esta vez en Alemania, junto a Anni, y nunca dio explicación de la encendida esquela de Boca do Inferno, que, para Pessoa, estaba codificada en clave "espiritista". ¿Creía de veras Pessoa, como aseguró, haber hablado con el "cuerpo astral" de Crowley? Las repentinas apariciones de éste en Alemania, ¿qué significan? ¿Fue Aleister Crowley un espía de Inglaterra? ¿O quizá de Alemania, como algunos han sugerido?

Lo que se ha comprobado es que el espía y novelista Ian Fleming famoso por haber creado la saga de James Bond—, comandante en la Segunda Guerra Mundial del Servicio de Inteligencia Naval del Reino Unido, pretendía involucrar a Crowley en la realización de diversas ideas: la hechura de cartas astrológicas falsas con las cuales "seducir" a Rudolf Hess, el supersticioso lugarteniente de Hitler; cuando Hess aterrizó en Escocia con un fantástico plan que unificaría a alemanes e ingleses en contra de la Unión Soviética, Fleming propuso que Crowley participara en la confección de los cuestionarios policiacos que el líder nazi tendría que contestar; una tercera idea de Fleming (que, al igual que las anteriores, fracasó) fue la de utilizar el idioma enoquiano, el llamado "lenguaje de los ángeles", como código que difundiera subrepticiamente mensajes falsos al enemigo.

F
leming recibió escaso apoyo en su intento de aprovechar para el espionaje nacional las dotes de hierofante de Crowley, pero una inesperada presencia de éste en nuestra vida diaria es la universal "V" de victoria con que saluda Churchill desde tantas fotografías. Este gesto —adoptado luego por los hippies y, finalmente, por todo el mundo donde los dedos índice y cordial se elevan sobre los demás formando una cornamenta, fue diseñado por Crowley para Churchill como un signo protector, un amuleto que contrarrestara el poder de la cruz gamada.

Aleister Crowley murió el 1 de diciembre de 1947.

Una de las obras en verso mejor conocidas de Crowley
firmada con el pseudónimo de The Master Therion, "El Maestro Bestia" es Hymn to Pan, publicado por primera ocasión en la revista The Equinox (volumen III, no. 1, marzo de 1919) y reproducido posteriormente en el libro Magick in Theory and Practice. He traducido este poema. El epígrafe es un extracto de la tragedia Áyax, de Sófocles. También lo he traducido, mas no del griego (quién supiera griego); me basé en la versión inglesa de Áyax de Sir Richard Claverhouse Jebb disponible en Wikisource, así como en la versión portuguesa del epígrafe que ofrece Sebastián Santisi en el estupendo sitio web que consagra a Fernando Pessoa. Pessoa, ya lo dije antes, tradujo el Hymn al portugués.

Los versos 695 a 705 del coral 5 de Áyax dirían en español:


"¡Me extasío, me irrito,/ me elevo en alas de alegría súbita!/ ¡Oh Pan, manifiéstate, pirata,/ desde las arduas crestas de Cilene batida por la nieve!/ ¡Rey que a los dioses haces bailar, ven/ para que con tu abrazo me enseñes la alegría,/ me enseñes pasos de Nisia y de Cnosos!/ Por ahora, mi único deseo es bailar./ ¡Y quiera A
polo, príncipe de Delos,/ sobre aguas ícaras venir conmigo/ en presencia y espíritu amorosos!"

A Pan y Apolo encomendamos en este octubre lúgubre el espíritu chocarrero de Aleister Crowley.
Himno a Pan
El Maestro Therion


ephrix erõti periarchés d' aneptoman
iõ iõ pan pan

õ pan pan aliplankte, kyllanias chionoktypoi

petraias apo deirados phanéth, õ

theõn choropoi anax

Sófocles, Áyax

¡Tiembla con la cimbreante lujuria de la luz,
Hombre mío! ¡Mi hombre!
¡Ven de la noche a nosotros corriendo
De Pan! ¡Io Pan!
¡Io Pan! ¡Io Pan! ¡Ven sobre el mar
Desde Sicilia y desde Arcadia!
Vagabundo cual Baco, entre fauno y leopardo
Y sátiros y ninfas que Te guarden,
A lomos de un asno de leche, ven sobre el mar
A mí, a mí,
Ven con Apolo en vestido nupcial
(Pastora y pitonisa),
Ven con Artemis, calzada con seda,
Y lava, hermoso Dios, Tu blanco muslo
En la luna silvestre, en el monte de mármol,
¡La aurora acribillada de la fuente ambarina!
Moja el púrpura de la oración apasionada
En el sagrario carmesí, la red escarlata,
El alma que se sobresalta en ojos de azul
Si brama Tu lascivia penetrando
El bosque despeinado, la corteza nudosa
Del árbol vivo que es alma y espíritu
Y es cuerpo y es mente —ven sobre el mar
(¡Io Pan! ¡Io Pan!),
Demonio o Dios, ¡a mí, a mí,
Hombre mío! ¡Mi hombre!
¡Ven con trompetas sonando estridentes
Por encima de la colina!
¡Ven con tambores graves murmurando
Desde los manantiales!
¡Ven con flautas y ven con gaitas!
¿No ves que ya estoy listo?
Yo me arrisqué, me arrastré, arremetí
Contra el aire que no tuvo ramas para anidar
Mi cuerpo hastiado de abrazos vacíos.
Fuerte como león, con filo de áspid—
Ven, ¡oh ven!
Aterido me siento
A solas con la concupiscencia del infierno.
Saje tu espada mis rudos grilletes,
Devorador-engendrador-de-todo;
Fíame la señal del Ojo Abierto
Y el alto signo del muslo espinoso
Y el verbo de locura y de misterio,
¡Oh pan! ¡Io Pan!
¡Io Pan! ¡Io Pan! ¡Io Pan! Pan,
Pues soy un hombre:
Hágase Tu voluntad, según puede un gran dios,
¡Oh Pan! ¡Io Pan!
¡Io Pan! ¡Io Pan! ¡Pan! Desperté
Entre los anillos de la serpiente.
Con pico y garras acuchilla el águila;
Los dioses se retiran:
Las grandes bestias vienen, ¡Io Pan! He nacido
Para morir bajo el ataque
De un cuerno de Unicornio.
¡Yo soy Pan! ¡Io Pan! ¡Io Pan! ¡Pan!
Yo soy Su consorte, Su hombre,
Cabra de Su rebaño, soy oro, yo soy dios,
Carne para Su hueso, flor de Su vara mágica.
Con pezuñas de acero corro sobre las piedras
De solsticio a equinoccio, testarudo,
Y desvarío y violo y deshonro y desgarro
Eternamente, mundo sin final,
Maniquí, ménade, muchacha, macho,
En la fuerza de Pan.
¡Io Pan! ¡Io Pan! ¡Pan! ¡Io Pan!

Hymn to Pan

The Master Therion

ephrix erõti periarchés d' aneptoman
iõ iõ pan pan

õ pan pan aliplankte, kyllanias chionoktypoi

petraias apo deirados phanéth, õ

theõn choropoi anax

Soph. Aj.

Thrill with lissome lust of the light,
O man! My man!
Come careering out of the night
Of Pan! Io Pan!
Io Pan! Io Pan! Come over the sea
From Sicily and from Arcady!
Roaming as Bacchus, with fauns and pards
And nymphs and satyrs for thy guards,
On a milk-white ass, come over the sea
To me, to me,
Come with Apollo in bridal dress
(Shepherdess and pythoness)
Come with Artemis, silken shod,
And wash thy white thigh, beautiful God,
In the moon of the woods, on the marble mount,
The dimpled dawn of the amber fount!
Dip the purple of passionate prayer
In the crimson shrine, the scarlet snare,
The soul that startles in eyes of blue
To watch thy wantonness weeping through
The tangled grove, the gnarled bole
Of the living tree that is spirit and soul
And body and brain —come over the sea,
(Io Pan! Io Pan!)
Devil or god, to me, to me,
My man! My man!
Come with trumpets sounding shrill
Over the hill!
Come with drums low muttering
From the spring!
Come with flute and come with pipe!
Am I not ripe?
I, who wait and writhe and wrestle
With air that hath no boughs to nestle
My body, weary of empty clasp,
Strong as a lion and sharp as an asp—
Come, O come!
I am numb
With the lonely lust of devildom.
Thrust the sword through the galling fetter,
All-devourer, all-begetter;
Give me the sign of the Open Eye,
And the token erect of thorny thigh,
And the word of madness and mystery,
O Pan! Io Pan!
Io Pan! Io Pan Pan! Pan Pan! Pan,
I am a man:
Do as thou wilt, as a great god can,
O Pan! Io Pan!
Io Pan! Io Pan Pan! I am awake
In the grip of the snake.
The eagle slashes with beak and claw;
The gods withdraw:
The great beasts come, Io Pan! I am borne
To death on the horn
Of the Unicorn.
I am Pan! Io Pan! Io Pan Pan! Pan!
I am thy mate, I am thy man,
Goat of thy flock, I am gold, I am god,
Flesh to thy bone, flower to thy rod.
With hoofs of steel I race on the rocks
Through solstice stubborn to equinox.
And I rave; and I rape and I rip and I rend
Everlasting, world without end,
Mannikin, maiden, Maenad, man,
In the might of Pan.
Io Pan! Io Pan Pan! Pan! Io Pan!

(The Equinox, vol. III, no. 1, March 1919)

lunes, octubre 15, 2007

Otro poema

Al igual que el otro, escribí este poema, o la mayor parte de él, en 2005: algunos versos son anteriores, otros más recientes; todavía hace unos minutos borré y añadí signos y palabras. Durante estos años, lo he mostrado a algunos amigos y maestros, pero es hoy la primera vez que lo publico.

domingo, octubre 14, 2007

Reina asesina

¡Feliz cumpleaños, vecina!
:)
En YouTube
Escogí esta canción porque sé que a Babel le gusta mucho; no hay otro significado para mi acción. Cualquier parecido entre mi vecina y la protagonista de la canción de Queen es mera coincidencia.
:D

jueves, octubre 04, 2007

Alguien, antes de Newton

Estuve en un lugar en el que es imposible caminar sin desprender alguna piedra.

El anónimo (alguien, antes de Newton)
José Watanabe


Desde la cornisa de la montaña
dejo caer suavemente una piedra hacia el precipicio,
una acción ociosa
de cualquiera que se detiene a descansar en este lugar.
Mientras la piedra cae libre y limpia en el aire
siento confusamente que la piedra no cae
sino que baja convocada por la tierra, llamada
por un poder invisible e inevitable.
Mi boca quiere nombrar ese poder, hace aspavientos, balbucea
y no pronuncia nada.
La revelación, el principio,
fue como un pez huidizo que afloró y volvió a sus abismos
y todavía es innombrable.
Yo me contento con haberlo entrevisto.
No tuve el lenguaje y esa falta no me desconsuela.
Algún día otro hombre, subido en esta montaña
o en otra,
dirá más, y con precisión.
Ese hombre, sin saberlo, estará cumpliendo conmigo.

(El huso de la palabra, 1989)