lunes, febrero 23, 2009

Tu más profunda piel

El 12 de febrero se cumplió otra vuelta del sol tras el último sueño de Julio Cortázar; el sueño más durable, que lo asaltó en París en 1984. Eso es todo lo que voy a decir sobre la muerte. Lo que sigue es volver a la vida. El sexo y el placer hacen a los amantes registrarse en la vida; el texto que componen es, en justicia, interminable.

Tu más profunda piel
Julio Cortázar

Pénétrez le secret doré
Tout n’est qu’une flamme rapide
Que fleurit la rose adorable
Et d’où monte un parfum exqui
s


Apollinaire, Les collines


Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la mía —sábelo, allí donde estés— es el perfume del tabaco rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga de tu más profunda piel. No el tabaco que se aspira, el humo que tapiza las gargantas, sino esa vaga equívoca fragancia que deja la pipa en los dedos y que en algún momento, en algún gesto inadvertido, asciende con su látigo de delicia para encabritar tu recuerdo, la sombra de tu espalda contra el blanco velamen de las sábanas.

No me mires desde la ausencia con esa gravedad un poco infantil que hacía de tu rostro una máscara de joven faraón nubio. Creo que siempre estuvo entendido que sólo nos daríamos el placer y las fiestas livianas del alcohol y las calles vacías de la medianoche. De ti tengo más que eso, pero en el recuerdo me vuelves desnuda y volcada, nuestro planeta más preciso fue esa cama donde lentas, imperiosas geografías iban naciendo de nuestros viajes, de tanto desembarco amable o resistido de embajadas con cestos de frutas o agazapados flecheros, y cada pozo, cada río, cada colina y cada llano los hallamos en noches extenuantes, entre oscuros parlamentos de aliados o enemigos. ¡Oh viajera de ti misma, máquina de olvido! Y entonces me paso la mano por la cara con un gesto distraído y el perfume del tabaco en mis dedos te trae otra vez para arrancarme a este presente acostumbrado, te proyecta antílope en la pantalla de ese lecho donde vivimos las interminables rutas de un efímero encuentro.

Yo aprendía contigo lenguajes paralelos: el de esa geometría de tu cuerpo que me llenaba la boca y las manos de teoremas temblorosos, el de tu hablar diferente, tu lengua insular que tantas veces me confundía. Con el perfume del tabaco vuelve ahora un recuerdo preciso que lo abarca todo en un instante que es como un vórtice, sé que dijiste "Me da pena”, y yo no comprendí porque nada creía que pudiera apenarte en esa maraña de caricias que nos volvía ovillo blanco y negro, lenta danza en que el uno pesaba sobre el otro para luego dejarse invadir por la presión liviana de unos muslos, de unos brazos, rotando blandamente y desligándose hasta otra vez ovillarse y repetir las caída desde lo alto o lo hondo, jinete o potro, arquero o gacela, hipogrifos afrontados, delfines en mitad del salto. Entonces aprendí que la pena en tu boca era otro nombre del pudor y la vergüenza, y que no te decidías a mi nueva sed que ya tanto habías saciado, que me rechazabas suplicando con esa manera de esconder los ojos, de apoyar el mentón en la garganta para no dejarme en la boca más que el negro nido de tu pelo.

Dijiste "Me da pena, sabes", y volcada de espaldas me miraste con ojos y senos, con labios que trazaban una flor de lentos pétalos. Tuve que doblarte los brazos, murmurar un último deseo con el correr de las manos por las más dulces colinas, sintiendo cómo poco a poco cedías y te echabas de lado hasta rendir el sedoso muro de tu espalda donde un menudo omóplato tenía algo de ala de ángel mancillado. Te daba pena, y de esa pena iba a nacer el perfume que ahora me devuelve a tu vergüenza antes de que otro acorde, el último, nos alzara en una misma estremecida réplica. Sé que cerré los ojos, que lamí la sal de tu piel, que descendí volcándote hasta sentir tus riñones como el estrechamiento de la jarra donde se apoyan las manos con el ritmo de la ofrenda; en algún momento llegué a perderme en el pasaje hurtado y prieto que se llegaba al goce de mis labios mientras desde tan allá, desde tu país de arriba y lejos, murmuraba tu pena una última defensa abandonada.

Con el perfume del tabaco rubio en los dedos asciende otra vez el balbuceo, el temblor de ese oscuro encuentro, sé que una boca buscó la oculta boca estremecida, el labio único ciñéndose a su miedo, el ardiente contorno rosa y bronce que te libraba a mi más extremo viaje. Y como ocurre siempre, no sentí en ese delirio lo que ahora me trae el recuerdo desde un vago aroma de tabaco, pero esa musgosa fragancia, esa canela de sombra hizo su camino secreto a partir del olvido necesario e instantáneo, indecible juego de la carne que oculta a la conciencia lo que mueve las más densas, implacables máquinas del fuego. No eras sabor ni olor, tu más escondido país se daba como imagen y contacto, y sólo hoy unos dedos casualmente manchados de tabaco me devuelven el instante en que me enderecé sobre ti para lentamente reclamar las llaves de pasaje, forzar el dulce trecho donde tu pena tejía las últimas defensas ahora que con la boca hundida en la almohada sollozabas una súplica de oscura aquiescencia, de derramado pelo. Más tarde comprendiste y no hubo pena, me cediste la ciudad de tu más profunda piel desde tanto horizonte diferente, después de fabulosas máquinas de sitio y parlamentos y batallas. En esta vaga vainilla de tabaco que hoy me mancha los dedos se despierta la noche en que tuviste tu primera, tu última pena. Cierro los ojos y aspiro en el pasado ese perfume de tu carne más secreta, quisiera no abrirlos a este ahora donde leo y fumo y todavía creo estar viviendo.

(Último round, 1969)

viernes, febrero 20, 2009

Igual al cielo

Mucha gente señala a The Cure como un grupo depresivo. Yo, que estuve a punto de conseguir un diplomado en psiquiatría sauvage, apuntaría, antes bien, hacia la hipótesis de que sean maniaco-depresivos; o bipolares, como está de moda decir ahora. Los oigo dar de tumbos por corredores enfermizos, de lo dark a lo pop, de la depresión a la euforia, de los gemidos lúgubres a la psicodelia jubilosa.

Just like Heaven, del disco Kiss me, kiss me, kiss me (1987), es una de las baladas pop más pegajosas de La Cura. Tiene el sonido de un corazón alegre y, sin embargo, es tan romántica como delicada, tan colorida como ligera...

(Si ven que de repente chafeo con los adjetivos, es porque en mi adolescencia leí demasiados números de La mosca en la pared, Rolling Stone y otras revistas que le echaban mucha crema a sus tacos).

Esta pieza, para no variar, también fue dedicada por Robert a su novia Mary, quien aparece a la mitad del videoclip bailando entre las sombras como una doncella luminosa, blanca y un tanto fantasmal. La letra, creo, podría estar contando una historia de fantasmas: Tú, única y suave, perdida y solitaria... Igual al Cielo.

The Cure: Just like Heaven

"Show me, show me, show me! How you do that trick,
the one that makes me scream", she said,
"the one that makes me laugh", she said,
and threw her arms around my neck.

"Show me how you do it
and I promise you, I promise that
I'll run away with you".
"I'll run away with you".

Spinning on that dizzy edge
I kissed her face and kissed her head
and dreamed of all the different ways
I had to make her glow.

"Why are you so far away?", she said,
"why won't you ever know
that I'm in love with you?"
"That I'm in love with you?"

You,
soft and only.
You,
lost and lonely.
You,
strange as angels
dancing in the deepest oceans,
sitting in the water,
you're just like a dream.
Just like a dream.

Daylight licked me into shape,
I must have been asleep for days
and moving lips to breathe her name.
I opened up my eyes...

And found myself alone, alone,
alone above a raging sea
that stole the only girl I loved
and drowned her deep inside of me.

You,
soft and only.
You,
lost and lonely.
You,
just like Heaven.
De izquierda a derecha: Roger, Lol, Porl, Robert, Boris y Simon.

jueves, febrero 19, 2009

Canción de amor

Continuando con la onda este... cómo decirlo... pues la onda “namorada”, ¿no?, esta vez obligo a mis amables lectores (y sobre todo lectoras) (y sobre todo si, al igual que un servidor, son fans del rock gótico) a escuchar por enésima vez esta pieza que ha sido uno de los más exitosos y pegadizos hits de The Cure: Lovesong, “Canción-de-amor”. Sí, se escribe como lo escribí, uniendo en una misma palabra los sustantivos “canción” y “amor”. La música fue compuesta por los personajes que, a mi juicio, le dieron su brillantez más pura a la banda: el guitarrista Porl Thompson, el bajista Simon Gallup, el baterista Boris Williams, el tecladista Roger O'Donnell y, desde luego, Robert Smith, guitarra, voz y alma de The Cure (acababa de abandonar el grupo el baterista y tecladista Lol Tolhurst). La letra, así como los acordes que sirvieron de base al resto del grupo para desarollar la música, se deben a Robert, quien escribió Lovesong para pedirle a su novia de toda la vida, Mary Poole, que se casara con él.

Robert y Mary forman un matrimonio poco común entre las celebridades. Eran alumnos de la misma escuela secundaria en Crawley (West Sussex, Inglaterra). Ella es unos meses mayor que él (Mary nació el 3 de octubre de 1958 y Robert el 21 de abril de 1959) y cursaban grados diferentes, pero coincidieron en un taller de actuación dentro de la secundaria. El adolescente punketo ya le había echado un ojo (o los dos) a la muchacha antes de que ella reparara en él; por ahí leí que no hubo más razón que impulsara a Robert a inscribirse en el taller sino la de estar junto a Mary —“la chica más bonita de la escuela”, de acuerdo con Bob; y, por las fotos que he visto, estoy convencido de que dice la verdad.
Se hicieron novios cuando tenían 15 años; Bob jamás tuvo otra novia ni Mary otro novio. Se casaron el 13 de agosto de 1988, a los 30 años de edad. No tienen hijos. Y lo más espectacularmente raro entre gente famosa o anónima: no se han divorciado. Otro elemento inusual de su relación es que ellos constituyen el único matrimonio del que yo tenga noticia en el que el marido gasta más que su mujer en maquillaje. Lovesong fue el tercer sencillo del álbum Disintegration, después de Lullaby y Fascination Street. Empezaron a promover el tema en la radio en agosto de 1989 y llegó al número 2 del Billboard, lo que lo convierte en el single más exitoso de la banda (The Cure nunca ha tenido un número 1 en Estados Unidos... y creo que en ningún país).

La primera canción que le escuché a La Cura fue Lovesong. Todavía me emociona mucho escucharla. Por entonces era niño y no sabía nada del movimiento gótico (no es que ahora sepa gran cosa; cuando se trata de música no me clavo en un solo género). Aun así, ya entonces habría definido su melodía como oscura; melancólica, si recordamos que en griego melancolía significa “bilis negra”. Los tambores sonaban remotos en mi oreja, como si los sonidos no emanaran de las bocinas del diminuto aparato de radio con el que me gustaba dormir. Era como si el percusionista estuviera tocando no muy próximo a mí, tampoco muy lejano, sin estruendo, rápido no, ni lento, a seis o siete kilómetros de mi casa, en la ladera de alguna pedregosa y solitaria colina de la estepa, como las que por entonces no conocía. Yo, que no tenía televisión, imaginaba un videoclip en el que el cielo no era alto sobre la estepa, en la que no había nada, ni nadie, sino rocas y un tamborista ensimismado. En mi imaginación, estaba atardeciendo.

Además de la batería hipnótica, me seducía la sombría voz del bajo; el rezo que hace el órgano; el coro de violines sintetizados en un teclado electrónico; la guitarra, reducida a su ser más breve. Y la desolación en la voz de Robert, como olvidada del cantor, perdiéndose en el desierto que yo era. El susurro casi imperceptible a mitad de la canción:
And fly me to the Moon..., como cantó antes Frank Sinatra.

Whenever I'm alone with you
you make me feel like I am home again.

Whenever I'm alone with you
you make me feel like I am whole again.

Whenever I'm alone with you
you make me feel like I am young again.

Whenever I'm alone with you
you make me feel like I am fun again.

However far away
I will always love you.

However long I stay
I will always love you.

Whatever words I say
I will always love you.
I will always love you.

And fly me to the Moon...

Whenever I'm alone with you
you make me feel like I am free again.

Whenever I'm alone with you
you make me feel like I am clean again.

However far away
I will always love you.

However long I stay
I will always love you.

Whatever words I say
I will always love you.
I will always love you.

Es decir...


Cuando estoy solo contigo
me haces sentir que he vuelto a casa.

Cuando estoy solo contigo
me haces sentir que una vez más estoy completo.

Cuando estoy solo contigo
me haces sentir otra vez joven.

Cuando estoy solo contigo
me haces sentir que soy divertido de nuevo.

Por lejos que me encuentre
siempre te amaré.

Por el tiempo que dure
siempre te amaré.

No importa lo que diga
siempre te amaré.
Siempre te amaré.

Y llévame a la luna...

Cuando estoy solo contigo
me haces sentir otra vez libre.

Cuando estoy solo contigo
me haces sentir otra vez limpio.

Por lejos que me encuentre
siempre te amaré.

Por el tiempo que dure
siempre te amaré.

No importa lo que diga
siempre te amaré.
Siempre te amaré.

Ya sé que existen canciones de The Cure
—y no se diga de otros grupos mucho más “dark” que ésta. De hecho, suele calificarse a Lovesong como tema “tranquilo”, incluso “alegre” o “luminoso”, pero a mí nunca dejó de parecerme desolada y triste. Aunque el juglar insista en que “siempre la amará” (frase que, fuera del contexto de la canción, pondríamos en boca de un optimista), la voz tiene timbre e intensidad de lamento. No un lamento estentóreo, eso es cierto, sino un lamento con las lágrimas secas, un lamento... ¿desesperanzado? La pura voz, más allá de las palabras (whatever words he says), no expresa esperanza. Al contrario, parece temerosa de que la mujer a la que le canta le responda: “no te amo”. Es una canción de amor porque nació de un sentimiento de amor, pero aún más porque está suplicando que a cambio de su vida se le retribuya con un sentimiento de amor de igual tamaño que el suyo. Está diciendo: “ámame”...

Pero igual y no tengo razón y todo lo anterior fue un alucine mío, barato, de adolescente, montado en el humo del primer cigarrillo que me fumé, a escondidas, un año después de haber oído esa Canción de amor
.

Los espero en la próxima edición de este blog, que ya estoy pensando en convertir en prensa rosa y revista del corazón...

¡Chaíto! :)
Sobre estas líneas, primera foto, de izquierda a derecha: Roger, Robert, Porl, Simon y Boris. Segunda foto, en idéntico sentido: Porl, Roger, Boris, Mary, Robert, Simon y Lol.

sábado, febrero 14, 2009

14 de febrero, bajo las estrellas

¿Dónde estarás ahora mismo, Maga? ¿Y yo? ¿Dónde estoy yo? No sé si mi paradero te importa. Pero donde camino, donde me detengo, te recuerdo. Eso es lo único que vale la pena de mí. Tu imagen siempre está en mis ojos.

Te quiero mucho.


Esta canción nos gusta a los dos.

The Cure: Underneath the stars


Floating here like this with you
underneath the stars, alight
for 13 billion years, the view
is beautiful
and ours alone tonight
underneath the stars.


Spinning round and round with you
watching shadows melt, the light
soft shining from our eyes into
another space
is ours alone tonight
watching shadows melt.

And the waves break...
And the waves break...

Whisper in my ear a wish,
“we could drift away”. Held tight
your voice inside my head, the kiss
is infinite
and ours alone tonight,
“we could drift away”.

Flying here like this with you
underneath the stars, alight
for 13 billion years, the view
is beautiful
and ours alone tonight
underneath the stars.

And everything gone
and all still to come
as nothing to us
together as one
in each others arms
so near and so far
forever as now
underneath the stars.

As the waves break...

A ver qué tal me sale la traducción...

(Carraspeo).

Bajo las estrellas, de The Cure...

Flotando aquí como lo hacemos
bajo las estrellas, encendidas
desde hace 13 millones de años, la vista
es hermosa
esta noche y solamente nuestra
bajo las estrellas.

Giro y giro contigo
viendo fundirse sombras, la luz
caída suavemente desde los ojos dentro
de otro espacio
esta noche es solamente nuestra
viendo fundirse sombras.

Mientras las olas se rompen...
Mientras las olas se rompen...

Susurra en mi oído un deseo,
"lancémonos a la deriva". Presa
tu voz en mi cabeza, el beso
es infinito
esta noche y solamente nuestro,
"lancémonos a la deriva".

Volando aquí como lo hacemos
bajo las estrellas, encendidas
desde hace 13 millones de años, la vista
es hermosa
esta noche y solamente nuestra
bajo las estrellas.

Y todo lo pasado
y todo lo por venir
es nada para nosotros
juntos como uno solo
en los brazos del otro
tan cerca y tan lejos
para siempre como ahora
bajo las estrellas.


Feliz día del amor, Maga.

T. Q. M. * * *